Mark Rothko fue una figura clave en la pintura moderna del siglo XX.

Neoyorquino de principios del XX, el pintor nació con el nombre de Marcus Rothkowitz en Dvinsk, la zona del imperio ruso ahora conocida como Letonia, en 1903, hijo de un matrimonio de intelectuales judíos...

Rothko se trasladó a Estados Unidos con su familia a los diez años y pasó el resto de su vida como una persona a contracorriente; al principio motivado por sus esfuerzos para ser aceptado como artista, y después, paradójicamente, cuando llegó la aceptación, por su reticencia a la popularidad. Como artista ignorado, se sintió amargado y marginado; como triunfador, incómodo y contaminado. Fue un hombre que se enojaba con facilidad, de temperamento depresivo, aspecto osuno y voraz apetito.

El alcoholismo exacerbó sus frecuentes rachas de humor sombrío. Y su reputación de artista atormentado se confirmó cuando en 1970 se cortó las venas y se desangró hasta morir.

Entre los años 20 y finales de los 40, los cuadros de Rothko evolucionaron; de las figuras distorsionadas y primitivas, a un figurativismo borroso - las multiformas -, antes de culminar en su célebres rectángulos de color. A pesar de sus airadas protestas, su obra fue encuadrada por la crítica dentro del expresionismo abstracto norteamericano, representado por Jackson Pollock, Willem de Kooning y otros artistas que triunfaban en el momento.

A finales de los 50, Rothko pintó sus lienzos más conocidos, cuyos títulos son paradójica y voluntariamente anodinos: Black, Maroons and white (1958), Four red (1957) y Número 6 (violet, green and red).