El
período en que el arte
americano logró alcanzar
su propia identidad y desvincularse
de la influencia del arte
europeo fue precisamente el
que corresponde al auge del movimiento
conocido como expresionismo
abstracto.
El estallido de la segunda guerra
mundial supuso la masiva huida de
artistas europeos
hacia tierras americanas. El grupo
surrealista en pleno, incluido
el propio André
Breton, emigró hacia
EE.UU.,
hecho que determinó que numerosos
artistas jóvenes
americanos se sintieran influidos
por el surrealismo,
así como por las teorías
psicoanalíticas sobre
las que se sustentaba el pensamiento
surreal. De ese modo, una artista
como John Graham
se dedicó a estudiar no sólo
las teorías de Freud
sino también el psicoanálisis
desarrollado por Carl
Gustav Jung, influyendo decisivamente
sobre amigos suyos como Pollock,
Rothko
o De Kooning.
En cuanto a la abstracción
pura también tuvo sus
adeptos en Nueva York, ya que durante
la década de los años
treinta se fundó el grupo de
los "American
Abstracts Artists", en
el cual trabajaban, entre otros, los
pintores Stuart
Davis y Milton
Avery. Entre los artistas preferidos
por dicho grupo figuraban, aparte
de Picasso,
Kandinsky,
Klee,
Arp,
Miró
y Léger.
Algo después aparecería
"The Ten",
grupo en el que se encontrarían
Adolph Gottlieb
y Mark
Rothko, considerados después
como artistas expresionistas
abstractos.
Se da como fecha de inicio del expresionismo
abstracto norteamericano el
año 1947,
fecha en la que la mayor parte de
los pintores más representativos
de esa corriente iniciaron su trayectoria,
apartándose del lenguaje figurativo,
resultado de la fusión del
surrealismo
y la
abstracción, para situarse
en una línea de trabajo marcada
por el interés por las nuevas
técnicas, así
como por la obtención de un
arte
marcadamente individualizado,
de la misma manera que pudiera serlo
el informalismo
en Europa.
|